Estamos en un momento en el que pedir a una empresa trabajar desde casa no suena, o no debería sonar, tan descabellado como podría parecer hace unos cuantos años atrás, esta semana se cumplen 3 años desde que todos flipamos porque nos dijeron, tenéis que quedaros en casa porque hay una pandemia de carácter mundial y para que no nos coja, os encerráis y chimpún.
Todos, bueno la gran mayoría nos encerramos en casa y empezamos a ahogarnos con el cómo empezarán a ser las cosas, como vamos a afrontar la situación y a pensar en cómo íbamos a salir de una situación tan abrumadora como caótica y desinformada. Nadie sabía nada, nadie nos enseñó a trabajar y pensar como si fuéramos nómadas digitales, nadie nos explicó cómo deberían ser los puestos de trabajo que hasta entonces estaban en oficinas, nuevas y viejas, observados atentamente bajo la mirada de los jefes.
Llegó la pandemia poco a poco empezamos a ver cómo nos íbamos adaptando, parecía bastante fácil conectarse a internet y hacer videollamadas y reuniones vestidos a dos bandas, sí sí a dos bandas, por arriba trajeados, con camisetas y con pijamas por abajo. La pandemia nos enseñó muchas cosas y parece que, por desgracia, no han venido para quedarse.
Debemos ponernos en contexto, somos una población mundial de 8.100 millones de personas y la cifra de teléfonos móviles es de 8460 millones, es decir, hay 360 millones de móviles más que personas. En España en concreto somos 47,5 millones de habitantes y hay más 58,3 de millones de teléfonos. Parece que aún no hemos sido capaces de encontrar una fórmula para no cargar con dos, a veces incluso tres, teléfonos en nuestro día a día. De todos esos millones, solo 3000 no se conectan o utilizan internet, lo que significa que 5160 millones sí lo hacemos y prácticamente todos además somos usuarios de las redes sociales.
Con toda esa información vemos para qué necesitamos internet en casa o en el trabajo y, la verdad es que es bastante preocupante ver para qué lo utilizamos:
El mayor uso que le damos a este gigante es para buscar información, para estar al día de las noticias y/o eventos, buscar cosas que hacer o sitios a los que irnos de vacaciones. En un muy segundo plano, encontramos estudiar o buscar información relacionada para el estudio, en ningún momento, aparece TRABAJAR…. y es que a pesar de ser una herramienta imprescindible para el trabajo por el mero hecho de buscar información, no lo tenemos en cuenta como en sí mismo y es que, si nos preguntan ¿para qué utilizas internet? pocas veces, diremos ¡para trabajar!.
Y es que viendo los historiales de navegación que tenemos, en general, en España favorecen que en parte los empresarios o las empresas prefieran que trabajemos en los ordenadores dónde nos daría vergüenza que vieran que estamos metidos.
Por otro lado, también podemos entender que las empresas lo encuentren ilógico el hecho de tener a empleados conectados, ya que solamente aparece en el 9º puestos el uso de las redes sociales para encontrar personas interesantes para nuestros puestos de trabajo, a mayores tampoco le damos importancia a empresas que nos puedan resultar interesantes para trabajar. Le damos mucha más prioridad a los influencers, es decir, internet aún sigue siendo un medio más importante para el entretenimiento que para el trabajo, salvo que nos dediquemos a la creación de contenidos y estudiar las estrategias que cada vez se tuercen más que nunca.
Si nos paramos a analizar el tema del comercio electrónico, todavía queda mucho trabajo por hacer ya hay algunos datos que me llaman especialmente la atención, por ejemplo, el hecho de que sólo el 83,3% tenga acceso a una tarjeta de débito, ya no hablo de las tarjetas de crédito que, por su formato es aún menor. Otro factor importante para la economía basada en internet es que, un poco menos de la mitad de la población podría hacerlo. Lo que significa, que aún nos da un poco de miedo el hacer cosas relacionadas con el dinero en internet.
Otro tipo de dato, también interesante es el hecho de que no estamos preparados para comprar en internet, lo que no tengo del todo claro es si se debe a la no presencia de las empresas en internet o más bien a la desconfianza de los usuarios, la cuestión es que, sólo el 53,7% de la población hemos hecho algún tipo de compra en el último año. Y aunque sea un sector que cada vez se cuida más, tanto la atención al cliente, como el estar encima de las cosas preparando el contenido, las tiendas on line y las ventas, queda mucho, muchísimo por recorrer.
En definitiva, todo lo que creímos que venía para quedarse, porque nos apañamos para teletrabajar en casa ha desaparecido, pero no sólo porque los jefes quieran tenernos vigilados desde bien de cerca, sino porque tampoco estamos preparados aún como sociedad para mejorar y ser más eficientes.
Utilizamos internet para entretenernos, cuando debería ser una herramienta más del trabajo. Es decir, utilizar más ordenadores, crear más sistemas, acompañar y dar formación sobre cómo podemos optimizarlo. Es mucho más difícil que tomar una decisión tan sencilla a priori como decirles a nuestros trabajadores: NAh, trabaja desde casa porque yo te pago el internet.
Así que la conclusión es que internet sí, pero necesitamos más pandemias para que aprendamos a desarrollarnos y a mejorar todo tipo de actividades por y gracias a internet.