En los últimos años nos hemos hecho dependientes del teléfono móvil, en mayor o menor medida, es uno de los objetos junto con las llaves de casa o la cartera sin los que no podemos salir a la calle. Aunque el teléfono utilizado con sentido común y con un objetivo puede ser bueno, porque estamos conectados, porque nos podemos ir por ahí y seguir trabajando, en ocasiones, para los más obsesivos se puede crear una fobia, la nomofobia o lo que es lo mismo, tener un miedo irracional a estar sin el móvil.
El origen
La palabra tiene su origen en el anglicismo “nomophobia” (“no-mobile-phone-phobia”), lo podríamos llamar una enfermedad, en tanto en cuanto, las personas con esta fobia, por ejemplo, se generan mucha ansiedad a sí mismas, si, por ejemplo, han salido hacia el trabajo y se dan cuenta a mitad de camino que se les ha olvidado el móvil en casa, en ese momento empieza a generarse de forma casi destructiva un estado de inconexión que lo podríamos traducir en ¿Y si me han llamado y no me he enterado? Vamos lo que conocemos gracias a otras adiciones como el síndrome de abstinencia, o lo que es lo mismo, pasar el mono.
Uso sin filtros del móvil
Si le preguntáramos a las personas ¿Qué es lo primero que haces al despertarte? Lo más probable es que la mayoría nos digan tocar la pantalla del móvil o bien para saber la hora, o bien para ver si hemos tenido alguna notificación mientras dormíamos. Es una costumbre que muchos hemos adquirido, otros quizá no sea lo primero que hacen, pero seguro que mientras desayunan echan un vistazo a las noticias del día, sea como fuere es una de las primeras cosas que hacemos, como estamos habituados a hacerlo, el día que porque no tenemos internet, no tenemos batería o no tenemos el teléfono a nuestra disposición, puede causarnos grandes delirios obsesivos que pueden acabar siendo un gran problema en nuestra conducta.
Por ejemplo, podemos experimentar «craving» o lo que es lo mismo, generarnos a nosotros mismos ansiedad sobre qué estará pasando en el móvil mientras estamos en una reunión de trabajo en la que no podemos, por obligación o educación, acceder a la información de nuestras redes sociales o mails.
¿Por qué tenemos nomofobia?
Este problema se basa más que en la utilización del teléfono como instrumento, en las aplicaciones y redes sociales en las que consumimos más tiempo, y eso lo vemos traducido cuando estamos con alguien, se supone manteniendo una conversación y está absorto de la misma, está más pendiente de lo que ocurre dentro del teléfono que a su alrededor, y algo que nos puede parecer tan descabellado pero que primero pasó con la televisión.
El tener presencia en redes sociales y participar en ellas con contenido o comentarios en las publicaciones de otras personas nos hace sentir que nos merecemos una recompensa, que en este caso, viene en forma de likes o comentarios, vamos en forma de notificaciones. Nuestro cerebro interpreta que es un premio a nuestra actividad, y nos regala un zumbido, una notificación y en casi todas una campanita que se mueve de un lado al otro para decirnos el número de premios que hemos recibido en un momento determinado.
Otra de las razones es que, como humanos que somos, nos pica la curiosidad sobre qué estará pasando o sobre si hemos recibido alguna notificación que no habíamos visto, o si alguien ha publicado algo que nos mencione, entonces es cuando el refrán histórico: La curiosidad mató al gato cobra más sentido casi que nunca.
Poniéndole fin
Una de las formas de desintoxicarse es saber en qué momentos del día utilizamos nuestros dispositivos y si mientras los utilizamos estamos con otras personas que nos hablan o en un ambiente en el que no deberíamos tener el móvil en la mano, como pueden ser las clases o el trabajo. Una vez que tomemos conciencia sobre cuándo usamos más el teléfono es pensar en sí «nos está robando el tiempo de hacer otras cosas».
Por otro lado, existen una serie de normas que pueden ayudarnos a no desarrollar esta enfermedad, algunas bastante lógicas pero que muchas veces se nos olvidan:
- No usar el teléfono mientras estamos en comidas o tomando algo con amigos.
- Tener las notificaciones en silencio
- Crear un horario de uso para el teléfono
- No dormir con él debajo de la almohada
- Borrar algunas aplicaciones que nos hagan perder el tiempo, como los juegos.
- Si se detecta como la ansiedad se apodera de uno mismo, lo mejor es visitar a un especialista que nos ayude a combatir la adicción al teléfono.
Desconexión o uso razonable. Un experimento: Un mes sin whatsapp
Hace no mucho tiempo, un periodista decidió desinstalar la aplicación del whatsapp durante un mes, lo hizo como experimento, en más de una ocasión sintió la necesidad de saber qué y quiénes le habían escrito, al cabo de un mes, vio un montón de chats, entre los que había los de una compañera de trabajo, que el mismo había notado que estaba un poco enfadada con él días atrás, como muchos otros a los que no contestó, la conclusión del experimento era cómo había sentido estar desconectado del mundo, de sus amigos y cómo muchos de ellos, se habían enfadado con él por no contestar. Algo que sino estuviéramos tan pendientes del móvil alguno debería haberle ido a visitar si tan ofendido estaba ¿no?
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