Son muchas las empresas que han cerrado hasta ahora, las más jóvenes (por su creación) quizá por los inconvenientes que conlleva la creación y gestión de la misma, la burocracia, los trámites, los plazos, el pago de tres tipos de impuestos al menos, o la comercialización de sus productos, que no acaban de funcionar.
En el caso de otras empresas ya consolidadas refleja que el cambio generacional no siempre es a mejor, sino que la empresa o el imperio que han creado los padres o los abuelos se convierte en un turbulento viaje hacia el declive.
Muchas empresas con más de 20 años de antigüedad se ven obligadas a cerrar por última vez sus instalaciones, porque la mala gestión que los hijos han realizado es tan pésima que ni los clientes quieren verlos en pintura, clientes que han ayudado desde los inicios a la creación de una imagen de marca, a ser un referente en un sector concreto y que han sustentado el núcleo familiar.
¿La solución? Cada vez más hay formaciones que asesoran a las empresas familiares a crear una estrategia de cambio que permita mejorar las cualidades y los beneficios de la misma.
Y es que más del 70% de las empresas familiares no consigue que funcionen una vez hecho el traspaso.
La clave está en la educación y la planificación.
La educación porque si la empresa la hemos constituido antes de que nazcan nuestros hijos, los futuros herederos, debemos inculcarles lo difícil que es levantar un negocio, mantenerlo a flote y que además los clientes hablen bien de nosotros, ahora bien, si como padres lo único que les hemos enseñado es a gastar el dinero sin saber cómo se gana, mal vamos, el dinero no crece en los árboles.
Enseñar e involucrar a nuestros hijos en la actividad empresarial familiar no tiene que ser tampoco una obligación, sino que poco a poco puede ir conociendo, la forma en que se trabaja, cómo tratar al cliente o cómo solucionar los problemas que nos van surgiendo en el día a día de una empresa.
Haz que le pique el gusanillo, la curiosidad por el negocio.
En la cabeza de muchos, el ceder una empresa de un padre a un hijo que esté interesado en la materia debería ser algo que se haga en un plazo determinado de tiempo, el hijo tendría que empezar sus funciones por los niveles más bajos, limpiando, ordenando el almacén. No es suficiente con hacer un grado en Administración y Dirección de empresas. Sin embargo, muchos padres piensan: «Cómo mi hijo, Fulanito de Tal, va a barrer»
Cuando salimos de la universidad, si es que los herederos han asistido, creemos que lo sabemos todo, que somos mejores que los profesionales que llevan tropocientos años trabajando para la misma empresa, no escuchamos a nadie y mucho menos nos dejamos asesorar o guiar para que la empresa, por lo menos, siga como estaba.
Existen excepciones, las que menos, en las que la empresa tiene más de 5 generaciones que han trabajado a destajo por sacar adelante una empresa, el problema viene cuando alguien a quién, no han disciplinado en la ardua tarea de emprender o gestionar un negocio que conocen al dedillo, adquiere las riendas del negocio y lo lleva al cierre inesperado y tan costoso en lo económico y emocional que supone para una empresa familiar.
Buscar asesoramiento que guíe, tanto al padre como al hijo, en la transición no es fácil, a más de uno le viene grande y piensa, total yo estaré ahí para sacar las castañas del fuego, para inyectar cuando sea necesario el dinero suficiente para que malviva durante unos años más. Ya…pues con meter pasta no es suficiente.
Esto es un poco como en el colegio, cuando un niño tiene un problema con otro y su papá o mamá van a reñir al otro, ¿no sería mejor enseñarle a solucionar los problemas por si mismo? ¡Pues claro! apoyarle y darle diferentes opciones para que él pueda gestionar los problemas y sepa tomar decisiones, que a veces serán más fáciles que otras.
El relevo generacional es una oportunidad
Hoy en día, para muchos que si no fuera por las empresas de sus papás a saber que estarían haciendo, lo han visto fácil y seguro, si algunos veis «Allí Abajo» el estereotipo de los hijos de Benjumea sería el más acorde para las segundas generaciones de hijos manirrotos y que no se han dejado ayudar y que tampoco quieren trabajar, todo les ha venido grande.
En fin, si estás pensando en hacer un relevo generacional busca apoyo profesional que te asesore, escucha a los trabajadores y traslada a los herederos tu conocimiento sobre cómo hacer las cosas y sobre todo, el cómo funciona tu empresa, tu mercado, tus clientes y tus colaboradores.
Haz un cambio de imagen más del estilo de los herederos y en la medida de lo posible haz de asesor, opina cuando lo necesiten y guíales en lo que para ti ha significado parte de tu día a día.