Los menores en internet son los más vulnerables y bajo esa vulnerabilidad empiezan a crecer perfiles de niños y niñas muy pequeñas que se han convertido en mini-influencers de los que ya hablamos en su día aquí: Los mini-influencers, los niños que cuentan su vida en las redes sociales. Hace como dos años más o menos, en Francia (país que se esfuerza en restringir y adaptar la ley en función de las necesidades de las nuevas tecnologías y las redes sociales) decidieron poner una regulación muy interesante para proteger a los más pequeños. El fundamento no era otro que, si los adultos toman este trabajo como uno más, los más pequeños también y, por tanto, considerarlo como tal a la hora de estipular el número de horas que podrían trabajar y cómo se haría para la gestión de sus beneficios.
Algunas de las pautas que se establecieron es que los ingresos y beneficios obtenidos de las colaboraciones y la publicidad en las redes sociales, debería ir a una cuenta bancaria a la que tendrían acceso a los 16 años o las marcas que quieran promocionarse a través de los influencers deberán notificarlo a las autoridades.
En el caso de España, recordaréis que no hace mucho también hablamos sobre el nuevo marco legal para los influencers, en la que también tendrán que inscribirse en el registro que depende Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital. Sin embargo, toda esta legislación española no tiene en cuenta los mini-influencers y, mucho menos, a la gran proliferación de los SEPHORA KIDS.
¿Qué son los Sephora Kids?
Si os hablo de las rutinas de belleza diarias, seguro que a más de uno le viene alguien a la cabeza, o al menos, la imagen de una chica (que suele ser el gran grueso de este tipo de creadores de contenido) en la que con una diadema en la cabeza y con algún tipo de algodón, toallita o similar empiezan a contarte cuáles son sus trucos para mantener una cara joven. Cómo se limpian y qué productos de belleza son los más apropiados para estar lo más guapas posibles. Hasta aquí, todo normal o todo lo normal que nos han hecho ver las redes sociales. El problema empieza cuando los más pequeños empiezan a crear también este tipo de contenido, siendo la peor parte de esa creación la influencia que ejercen los más pequeños y otros más mayores en el público infantil.
Se convierten en esclavos de la belleza y todos los productos que le rodean, cremas, maquillaje, accesorios para alargar las pestañas e, incluso a veces, medicamentos que se venden con receta y con los que puedes evitar los granitos o las espinillas, algo que lo que también hablamos este artículo del blog.
La cuestión, que por eso estamos hoy aquí, es que esas rutinas y hábitos tan habituales en las redes sociales fomentan la compra y, lo que es más peligroso, el uso de este tipo de productos en los más pequeños. Lo primero que deberíamos preguntarnos es: ¿por qué los menores de 13 años están en las redes scoiaels y acceden a este contenido? Y aunque parezca una pregunta retórica, sí podemos dar una respuesta firme y es que, muchos padres han facilitado el teléfono móvil a sus hijos a edades muy tempranas en las que, además, ni ellos han tenido de enseñarles a utilizarlas, ni tampoco la paciencia de prohibir o poner límites de uso y aplicaciones.
Este fenómeno que estamos viendo aumentar en la generación alpha, también puede atraer otro tipo de problemas, más allá de querer ser influencer o que un día, por diversión les pintemos las uñas a lo más pequeños. Esos problemas pueden estar relacionados con la piel, por ejemplo, la mayor parte, por no decir todos, de los productos que vemos en esos cuidados son creados y destinados para pieles adultas. Pieles que además tienen sus propias clasificaciones, que si grasa, que si seca que si….lo que sea. La piel infantil es mucho más sensible.
Por otro lado, puede traer consecuencias conductuales, en el sentido de la presión del grupo de edad, quiénes en muchos casos ya están utilizando y compartiendo cuáles son sus experiencias con los demás, generando la ansiedad y la necesidad de pertenecer al grupo de amigos que sí lo utilizan. Llegando incluso a poner nombre a una NUEVA ENFERMEDAD: cosmeticorexia: que no es otra cosa que la obsesión por comprar productos de belleza y su uso compulsivo.
Por tanto, debemos tener precaución, MUCHA, con todo el contenido que comparten y que consumen los más pequeños y adquirir productos que puedan ser beneficiosos para los más pequeños, investigar y comprobar qué es o cuál es su finalidad.