Desde que los influencers han tomado las redes sociales, la información y desinformación sobre los medicamentos para ofrecer «contenido de valor» a sus seguidores cada vez es mayor.
La publicidad sobre medicamentos es una de las que más restricciones tiene a la hora de promocionar los usos o beneficios, porque no se trata de un objeto o servicio al que podemos acceder desde internet, sino que es un bien de la salud.
Debemos tener claras dos cosas: La publicidad sobre medicamentos con receta está totalmente prohibida y la que no necesita receta tiene un montón de restricciones y especificaciones: debe llevar escrito que es un medicamento, que podemos solicitar más información a los farmacéuticos, o por ejemplo, debe incluir un enlace al prospecto.
La primera alarma saltó cuando en el año 2017 una de las influencers de moda más importantes, María Pombo, publicaba a bombo y platillo el uso de unas toallitas contra el acné para eliminar un grano cualquiera que nos salga en la cara. La idea podría parecer buena, una influencer que habla de moda y nos cuenta sus secretos para estar perfecta en cualquier tipo de evento.
Sin embargo recibió multitud de críticas por ello, porque uno de los grandes esfuerzos que se están haciendo respecto a la promoción de la salud, es que el antibiótico debe utilizarse cuando sea realmente necesario (que nos lo dirá un médico) y con la dosis concreta también prescrita por el médico. De lo contrario podríamos estar poniendo en peligro nuestra salud, ya que a largo plazo, y cuando realmente tengamos que utilizarlo quizá no nos funcione.
La pombo, no es la única, otra influencer Marta Carriedo también se ha visto criticada por muchísimos usuarios de las redes sociales, porque recomendó una crema con antibiótico para curar una inflamación que le salió en uno de los agujeros en una de sus orejas. A día de hoy, no podemos encontrar este vídeo en las redes, sin embargo, si muchas referencias a qué hizo y cómo de molesto es.
Así a priori, podemos pensar que si son influencers es porque entienden perfectamente de lo que están hablando…y que nos podemos fiar de lo que nos cuenten. Pero la realidad es otra, y es que, este tipo de influencers no tienen una base educativa sanitaria, y no tienen criterio profesional para hablarnos sobre medicamentos.
Aunque en ambos casos, no estaban pagados por los laboratorios y lo hicieron en plan: «somos influencers y damos consejos» las ventas de ambos productos se dispararon y en el colegio de farmacéuticos saltaron todas las alarmas, lo que produjo que se empezaran a tomar medidas.
El problema se intensifica si además, de las publicaciones recomendadas de las influencers, las farmacias lo venden sin pedir ni dar explicaciones sobre el medicamento, la prescripción médica o que lleva el principio activo de antibiótico. Por eso, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos y el Instituto #SaludsinBulos ha presentado recientemente una campaña contra la desinformación de medicamentos en las redes sociales.
El decálogo nos vuelve a poner en evidencia, unos pasos muy similares a los que ya hemos hablado para no caer en las noticias falsas, y nos hace reflexionar teniendo en cuenta 10 preguntas con bastante sentido común:
- ¿Quién la promueve? Debemos identificar quién es la fuente de la noticia y comprobar que sea un perfil sanitario o un medio institucional u oficial.
- ¿Se prometen resultados y efectos inmediatos? Debemos tener precaución con los mensajes que nos argumentan que lo «curan todo».
- ¿Cuenta con algún tipo de evidencia? Normalmente los medicamentos llevan detrás de sí una serie de test y comprobaciones, cuando leamos o escuchemos en un vídeo «a mi me ha ido bien» plantéate realmente si tiene o no rigor.
- ¿Crees que puede ser un bulo? Una de cada 3 noticias falsas publicadas en la red tienen que ver con la salud, debemos ser críticos con los titulares llamativos y/o engañosos. Cabe recordar, que si nosotros lo dudamos es mejor que no lo compartamos y contribuyamos a la desinformación de nuestros seguidores.
- ¿Es un medicamento que necesita receta? Cualquier medicamento que necesita la receta de un profesional de salud no puede estar publicitado, cuando veas algún medicamento debemos fijarnos en los envases, dónde viene de forma explícita que lleva receta médica.
- ¿Es información o es publicidad? Cuando se trata de publicidad debería estar reflejado como tal, y si un artículo de información está plagado sólo de los beneficios que puede acarrearnos debemos dudar, ya que podría tratarse de publicidad encubierta.
- ¿Te ofrece comprar online el medicamento? Si la respuesta es sí, lo más probable es que sea un medicamento falso, no se pueden vender fármacos con receta online.
- ¿Estás ante una actividad ilegal? Si aprecias algo sospechoso lo mejor es ponerlo en conocimiento de las autoridades sanitarias para que lo estudien y tomen las medidas pertinentes.
- ¿Hay motivo de alarma? Cuando estemos leyendo o escuchando que hay una alarma, debemos volver al punto número 1, saber quién la promueve, y en España, quién lo hace es la Agencia Española del Medicamento.
- ¿Tienes alguna duda sobre el medicamento? Normalmente en nuestra farmacia de confianza o en cualquier otra nos pueden dar la información pertinente sobre algún medicamento o forma de aplicación.
Además del decálogo que acabamos de comentar, también existen otro tipo de acciones para reducir este contenido falso en internet. Uno de los primeros objetivos ha sido YouTube dónde existen multitud de vídeos contando los maravillosos efectos de algunos medicamentos y por eso, el Ministerio de Sanidad ha solicitado que eliminen los contenidos o que permanezcan bloqueados.
Para los de Google, los propietarios de YouTube, tienen que pasarles enlaces específicos que puedan explorar y analizar en busca de contenido inapropiado para la plataforma para poder eliminarlos. Sin embargo, no es una problemática que sólo afecte a YouTube, sino a cualquier red social, y ahora, una en la que más encontramos recomendaciones que pueden acabar siendo peligrosas es Instagram, el ministerio de salud, trabaja para eliminar este contenido, pero depende de nosotros los usuarios el dar credibilidad a los contenido que vemos.
Tenemos que ser capaces de analizar la información con la que nos bombardean día a día las marcas, los medios de comunicación, las influencers o nuestra red de contactos, al final, las redes sociales no dejan de ser un patio de (muchos) vecinos, y en nuestra capacidad critica está el saber qué debemos hacer y que no.
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