Estos días de atrás habréis escuchado en las noticias o visto por internet al policía alemán que riñe a los conductores porque se ponen a sacar fotos de un accidente en el que además hay víctimas mortales.
El policía se ha ganado un hueco en el corazón de muchos por algunas de las reacciones que tiene con estos conductores que pasaban casualmente por allí, les sacó los colores a más de uno, llegando a preguntarles si querían acercarse al cadaver para poder hacer una mejor fotografía, la historia que ha recorrido todos los telediarios e inundado las redes sociales demuestra que todavía nos queda algo de sentido de común.
La evolución de la sociedad es más lenta que el crecimiento de la tecnología.
Antiguamente, cuando empezó la fotografía una de las estampas más habituales eran los retratos familiares: el matrimonio, el matrimonio con los hijos, se ahorraba casi durante todo el año y se planificaba cuándo se harían las fotografías. Los protagonistas se preparaban con sus mejores galas para que en cuestión de unas horas de posado tuvieran un recuerdo para toda la vida, hoy, ya hemos superado la historia, ya hemos fotografiado o grabado en vídeo prácticamente todo lo que nos rodea, necesitamos más morbo, más escenarios, imágenes impactantes para sorprender a los que nos siguen y obtener un mayor número de likes.
La penetración de los móviles, la tecnología e internet han cambiado muchos de nuestros patrones de conducta: vemos un accidente y en vez de detenernos a preguntar si podemos ayudar, sacamos nuestro móvil y empezamos a grabar. Queremos ser los primeros en contar lo que ha pasado. Y este tipo de ocasiones nos permiten pensar en cómo evolucionamos y nos adaptamos a los cambios tecnológicos.
Debemos poner en tela de juicio más veces lo absurdo que puede resultar nuestro comportamiento por tener unos cuantos seguidores más, queremos participar en la sociedad digital y si eso conlleva poner nuestras vidas en peligro, hasta mejor. Nos sube la adrenalina y queremos ser los más guays por haber hecho esa foto, la foto que nos llevará a la fama. Es alarmante saber que, más de 200 personas han muerto por hacerse un selfie en los últimos 7 años.
Tipos de selfies con más accidentes de muerte:
- Los deportistas: en busca de demostrar que es el mejor o que su familia ha conseguido un gran logro deportivo suben y escalan montañas para hacerse una foto al borde del acantilado, un paso en falso y todos hacia el mar.
- Los viajeros: uno de los casos más frecuentes de muertes por hacerse un selfie muy guay, son los que se van a las vías del tren para hacer una foto en las vías, le da un toque industrial y de graffitero de los 90 al aspecto final, sin embargo, un tropiezo en el momento más inoportuno o tocar la catenaria pueden acabar siendo una de las muertes más frecuentes por selfies.
- El aventurero: son los que se dedican a subir por los edificios para hacerse una foto desde el punto más alto de la ciudad, son bastantes los casos, en los que, una vez más la inconsciencia, les hace tropezar, perder el equilibrio, soltar las manos y caer metros y metro hacia abajo.
- El animalista: Los animales salvajes nos llaman la atención, algunos fanáticos del mundo animal visitan parques para hacerse fotos con algunos de ellos, aunque también están en esta categoría los que por ejemplo, van a San Fermín y están más ocupados de hacerse una foto cercana al toro que de correr o disfrutar de ese momento de bullicio.
El anti-selfie
Todo este tipo de contenido que pretende ser original y conseguir muchos likes nos puede llevar a tener accidentes sin retorno y desde hace unos años se han empezado a ver los «stefdies». Se trata de un tipo de imagen en la que el protagonista yace en el suelo como si estuviera muerto. La iniciativa la comenzó hace un par de años, la artista: Stephanie Leigh Rose y podría considerarse como el anti-selfie, una perfomance que ayuda a recordar lo peligroso que puede ser obsesionarnos con hacer la foto más divertida, original, atrevida que se convertirá en lo más viral del momento.
No es la única iniciativa, cada vez son más los parques naturales que están planteándose cerrar sus puertas a los turistas o los selfiers, quiénes su desconocimiento sobre el entorno que visitan les hacen ponerse en peligro, o los lugares históricos que también cierran sus puertas para evitar faltas de respeto en sus costumbres o a las personas que visitan.
Este tipo de conductas inapropiadas o peligrosas lleva a muchas instituciones a cerrar el paso a los turistas y los selfiers o que las grandes ciudades como Nueva York se estén empezando a plantear a poner multas a los viandantes que crucen con el móvil en la mano.
¿Cómo debemos plantearnos internet?
Internet es una herramienta que puede llevarnos a tener malas experiencias: el buscar likes, notoriedad o fama nos lleva a situaciones delicadas y peligrosas, y por si fuera poco el no conseguir esa notoriedad nos puede generar mucha ansiedad. Debemos plantearnos internet, las redes sociales y la tecnología como un foro abierto y debemos saber que aunque haya casos particulares de éxito fortuito, gana el que es el mismo, el que cuenta historias y esas enganchan a los que las leen.
Lo bueno de todo este revuelo es que además de plantearnos mucho los contenidos que queremos compartir, las historias como las de policía alemán nos dejan muy patente que aún queda bastante sentido común en el mundo, lo que ya no tengo tan claro es, si solamente se trata de postureo como tantas otras causas con las que creemos sentirnos identificados por la ola del «yo también existo en internet».
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