A todos nos ha jugado muy malas pasadas el uso del autocorrector, una herramienta de software que reconoce algunas faltas de ortografía, digo algunas, porque a veces, estamos seguros de cómo se escribe una palabra y sin embargo el móvil nos dice que no. Que nos corrija alguna palabra que tenga una falta, no quiere decir que entienda la gramática o la semántica, si bien, se trabaja en nuevos correctores semánticos y algunos ya corrigen los signos de puntuación al final de una frase, una coma o los dos puntos.
El autocorrector es un invento de hace tiempo, ya en 1970 se empezó a utilizar pero con fines muy diferentes a los que ya hacemos con más frecuencia en los sistemas de mensajería instantánea. Y es que se utilizaba para que las personas con algún tipo de discapacidad pudieran comunicarse un poco mejor.
Poco a poco iba creciendo el uso de los procesadores de texto que subrayan las palabras que entiende que están mal escritas, los servicios de móviles también lo cogieron prestado para los primeros SMS´s o mails.
En internet los buscadores también fueron evolucionaron en lo que hoy se convierte en la web semántica que gracias a reconocer lo que buscamos nos muestra un contenido u otro, incluso publicitario con servicios de remarketing que entienden lo que estamos buscando para enseñarnos un tipo de publicidad u otro.
El autocorrector se utiliza tanto en la mensajería instantánea como Whatsapp aunque también se utiliza en las redes sociales como Facebook que quizá sea la más completa, porque reconoce mejor las palabras que escribimos mal.
Con otras herramientas lo que ocurre es que no nos corrige directamente sino que aparece un subrayado con línea discontinua en color rojo, que al hacer clic sobre ello, por lo general nos ofrece una serie de palabras para utilizar bien según el contexto.
Ha frustrado a muchos.
Cuándo nos damos cuenta que hemos escrito, o mejor dicho, que el autocorrector ha escrito algo mal, la primera reacción es añadir la palabra correcta con un asterisco para demostrar que no ha sido culpa nuestra, aunque la mayoría de las veces entendemos la palabra mal escrita porque se acota a un contexto que tanto el que escribe como el que lee, puede comprender.
Lo más práctico, si no solemos cometer faltas de ortografía es que lo desactivemos, tanto en iOS como Android lo podemos hacer en Ajustes/general/autocorrector o idiomas y lenguajes. Aunque si queremos ahorrar tiempo puede ser de gran ayuda que nos autocomplete los textos que pretendemos escribir.
Por otro lado, el autocorrector suele ser inteligente, es decir, si escribimos una palabra varias veces y le decimos que no lo corrija pues acabará aprendiendo que esa palabra se escribe así y no como el propio autocorrector determinó las primeras veces que lo escribiste.
¿Es necesario el autocorrector?
Estos días una editorial ha publicado un listado con las 20 faltas de ortografía que más cometemos en las redes sociales, que a veces vienen promovidas por el autocorrector y que en otras ocasiones el corrector es el que nos recuerda que estamos escribiendo mal.
Usamos «a ver» de mirar con «haber» sobre algo que existe, las palabras homófonas son un clásico en las faltas más comunes, pero no incentivado por el uso de las nuevas tecnologías, sino desde bien pequeños ya en el colegio.
Aunque también es muy común confundir la expresión ¡AY! con la forma conjugada del verbo «haber» -> hay o con el adverbio de lugar «ahí». Esto siempre lo podemos solventar recordando esa expresión que ya aprendimos, se supone, en el colegio: Ahí hay un hombre que dice ¡ay!
No utilizamos los puntos de exclamación, ya el otro día hablamos que un punto además en Whatsapp empieza a querer decir que estás enfadado. O si los utilizamos, nos olvidamos de los que abren una frase. También solemos confundir las comas con los puntos y los puntos con las comas, no existen las comas suspensivas.
Omitimos las letras mudas, como la h, porque escribimos rápido y de esta forma ahorramos espacio y tiempo para escribir. O cambiamos la «C» por la «K» y las «elles» con las «Y» o la «S» por la «C» este último ocurre sobretodo en ciertas zonas de los hispanohablantes que pronuncian con la S por ejemplo el verbo «HACER».
Las tildes son otras de las grandes olvidadas esta vez quizá si sea además de la falta de ortografía porque al escribirlo tenemos que presionar más tiempo y seleccionar el tipo de acento que queremos añadir a la palabra que tratamos de escribir.
Leer y mejorar el autocorrector.
Leer quizá sea la mejor forma de aprender sin estar estudiando la ortografía, además nos aportará cultura y expresiones que tal vez no conocíamos. Y que los autocorrectores cada vez sean más completos, aunque lo tienen bastante complicado al menos con el español debido a su riqueza lingüística.