Un influencer es una persona que influye a otros con sus comentarios, opiniones o búsqueda de tendencias y de las que sus seguidores se fían y acatan con normalidad. La palabra influencer es uno de los tantos anglicismos que se utilizan para las profesiones o actividades que realizan tanto el marketing como la comunicación para definir a los conocidos tradicionalmente como líderes de opinión.
En todos los círculos, sean profesionales, personales, políticos o sociales existen algunas personas que por su condición económica, su posicionamiento en el mercado o su formación, que tienen más madera para influir que otros, quizá más vergonzosos o hayan tenido menos suerte.
Las empresas e instituciones o asociaciones generan muchos eventos en el transcurso del año e invitan a personas que durante o después del tinglao escriban comentarios positivos sobre lo que están escuchando o han aprendido en forma de publicación en las redes sociales. Al fin y al cabo, opinar sobre cosas es a lo que se dedican.
Lo de los influencers no es algo que podamos decir que es nuevo, entre otras cosas, porque líderes de opinión han existido desde siempre. Un líder de opinión puede ser alguien famoso que vende sartenes sólo por aparecer en un anuncio o que nos informa sobre alguna actividad profesional, la persona se ha hecho famosa por la televisión, en el mejor de los casos, porque su profesión de periodista así le ha guiado, aunque muchos están surgiendo gracias a la penetración que tiene internet en nuestros días, por las redes sociales.
¿Puedo decidir voy a ser influencer?
Ser influencer no es una carrera académica, ni algo que podamos autoproclamarnos, entre otras cosas, porque no tenemos de momento la capacidad o la estructura para decirle a la gente,
«soy influencer, hazme caso»
Las personas necesitamos algo más que un imperativo para que nos convenza e influya en nuestra forma de actuar o el impulso para comprar. Son por lo general los que se dedican a investigar mercados y la propia sociedad los que buscan nuevos productos, los que también seleccionan a las personas que podrían llegar a mucha más gente con un sólo tweet, algunas veces con interés profesional o comercial y otras de casualidad que hemos encontrado a alguien a quien seguir que nos interese y parezca que entiende sobre una materia (no os fiéis de los que en sus descripciones incluyen que son influencers).
¿Quiénes suelen ser influencers?
Un deportista con muchos logros deportivos, alguien que conoce en profundidad una materia, profesión o actividad, un artista que hace bailar a miles de personas con sus canciones o un actor que nos ha emocionado en una escena y ha ganado varios premios pueden ser perfectamente «acaparadores de atención«, las marcas los localizan y les proponen según sus intereses promocionar, de forma sutil, a sus seguidores algún producto o servicio concretos a cambio de los mismo o de una cantidad económica.
Los casos de los youtubers, las personas que publican con una periodicidad constante un contenido, casi siempre relacionado entre sí, en forma de vídeo. Las temáticas sobre las que publican son de lo más variopintas, críticas a la sociedad, opiniones controvertidas, videotutoriales o su trabajo y que han ido calando entre los usuarios de las redes sociales subiendo en miles las visitas que reciben a diario.
Las marcas saben quiénes son y a cambio de citar sus productos o enseñarlos les ofrecen cantidades de dinero (no demasiado altas) o les envían productos nuevos para que los prueben y además hablen bien sobre ellos en sus círculos sociales y profesionales o en sus canales de comunicación habituales, las redes sociales y los blogs.
Para ser influencer además de crear contenido se debe empatizar con las personas, ser capaces de emocionarles cuando les contemos una historia que nos ha sucedido o sobre la que queremos dar nuestra opinión. Los hay que han saltado a la palestra incluso con malos hábitos porque han tenido un golpe de suerte (son los que menos) y los hay que alguna marca les ha fichado por lo piensan que pueden llegar a ser.
Un ejemplo concreto
Desde que existen los blogs, las personas hemos podido compartir contenido de forma libre y gratuita (en la mayoría de los casos, siempre hay excepciones) y algunos se comprometieron y consiguieron compartir contenido de calidad y también que se leyera y se compartieran entre sus seguidores y los seguidores de éstos, viralizándose y haciéndose cada vez más conocidos.
Nos vamos a centrar en las bloggers de moda, chicas, por lo general, con edades entre los 16 y 35 años que publican sobre tendencias de moda, looks que les gustan o productos para la belleza personal, con paciencia, tesón y constancia han conseguido crear una marca personal que les permite no sólo ser identificadas sino también tenidas en cuenta en los eventos o por las marcas para anunciarse.
Algunas marcas, de moda, complementos, accesorios, marroquinería, zapatos, productos de belleza o productos innovadores, no necesariamente tienen que ver con la pasarela, conocen el volumen de tráfico que mueven y les envían productos, y aunque podamos pensar, qué bien, no tendrán que ir de compras, es un problema bastante común, pues no son capaces de hacer que eso se convierta en dinero, es decir, de establecer su ROI (retorno de la inversión).
Las que se han dado cuenta de esto, buscan representantes que les lleven las cuentas y que se encarguen de crear las diferentes tarifas o espacios destinados a la publicidad, el representante se lleva un porqué y la blogger tan contenta porque ha conseguido tener un sueldo.
La conclusión
Llegar a ser escuchado y que además te hagan caso, es algo difícil y que no vale con llegar, y que además de estar hay que parecer, un fallo, un problema o una salida de tono, puede ser algo que complique la reputación personal de alguien y se convierta en alguien a quién no escuchar.
Debemos analizar, pensar y estructurar lo que vamos a decir, si estamos en las redes sociales, de una u otra forma tendremos que destacar para nuestros clientes y poder llegar a otros potenciales.
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